Casos y Voces
- Ixchel Pérez
Luis Furlán, director de RAGIE: “RedCLARA tiene una importancia crucial en reducir la brecha científica y educativa en la región”
Pionero de Internet en su país y director de la Red Avanzada Guatemalteca de Investigación y Educación (RAGIE), Luis Furlán habla de la creación de la Cooperación Latinoamericana de Redes Avanzadas (RedCLARA), los principales aportes que ha hecho a América Latina y el Caribe y lo que para él podría representar la “tarea” para las siguientes generaciones de la red avanzada regional: aumentar la producción científica en la región y, con ello, reducir las brechas educativas y de investigación.
¿Por qué nace RedCLARA?
Principalmente por tres razones. Primero, por la misma forma en que evolucionó la Internet “comercial”. Aunque nació como un proyecto militar, fueron las universidades y centros de investigación las que impulsaron su crecimiento. Hasta 1990, el Internet se utilizaba casi exclusivamente con fines académicos y científicos, pero vino el famoso boom y, casi de la noche a la mañana, el tráfico comercial pasó de prácticamente cero a 95% o más, lo que provocó saturación. Por ello, los científicos y educadores pensaron en crear una segunda generación de Internet, que hoy conocemos como la red avanzada, que brindara más ancho de banda y otros servicios. Así ocurrió en Estados Unidos y casi igual en América Latina. En segundo lugar, el recurso humano y físico que se requiere para hacer investigación en la región está bastante repartido, geográficamente, y un concepto básico de este tipo de redes es compartir recursos. Así, las universidades sin mucha experticia en alguna disciplina pueden aprovechar a expertos de otras universidades; igualmente, en algunos países hay equipos que en otros son de un costo prohibitivo: por ejemplo, un microscopio de barrido electrónico tiene un costo mínimo de US$500,000, quizás nunca habrá uno en Guatemala, pero, con redes de este tipo, sí es posible utilizarlos.
En tercer lugar, los desafíos en los que trabajan los investigadores pasaron de ser focalizados y propios de un país, a ser problemas a nivel global, que requieren la colaboración de investigadores de todo el mundo y muchos más recursos de comunicación para compartir datos. Las redes avanzadas facilitan este tipo de colaboración. Considero que estas razones fueron bastante importantes en la creación de RedCLARA.
¿Cuáles han sido los principales aportes de RedCLARA a la región?
Depende del país. Hay países como Brasil, Argentina y México donde ya había bastante desarrollo de ciencia y tecnología antes de la existencia de RedCLARA y ya tenían sus propias Redes Nacionales de Investigación y Educación (RNIE). Para ellos, RedCLARA representó una plataforma de infraestructura, herramientas y servicios que vino a complementar y amplificar lo que hacían. Les brindó conectividad a redes avanzadas de una forma más fácil, porque antes cada país tenía que ver cómo se conectaba a Estados Unidos o Europa.
Por otro lado, hay países como el mío, Guatemala, donde hay muy poco desarrollo de ciencia y tecnología. En 2019, por ejemplo, en Guatemala teníamos 27 científicos por cada millón de habitantes; 16 veces menos que en América Latina y casi 300 veces menos que los países en desarrollo. ¿Qué hizo RedCLARA por países como este? nos dio un empujón para reunir a las universidades y centros de investigación y crear nuestra propia RNIE (RAGIE). Aquí hubo un intento anterior, pero fallido. Esta vez sí funcionó, gracias a RedCLARA, y RAGIE ha estado caminando a su lado. No ha sido fácil, pero para los científicos RedCLARA y RAGIE han sido un recurso increíble. Creo que RAGIE tiene que fomentar la formación de las ciencias a todo nivel, no solo universitario, sino también la primaria y la secundaria. En este caso, RedCLARA debe servir como una vitrina para mostrar lo que se está haciendo en el mundo.
¿Qué lo hace sentirse orgulloso de RedCLARA?
Lo más importante de participar en RedCLARA es la relación con otras personas. Estoy muy orgulloso de haber formado parte de la primera y segunda generación de RedCLARA. Me ha dado la oportunidad de aprender muchísimas cosas en aspectos técnicos, administrativos, legales. He participado en diferentes actividades y grupos de trabajo, en el Consejo Directivo, incluyendo un período en la Presidencia, representando a RedCLARA en diferentes boards. Ha sido una experiencia fabulosa.
¿Cómo ha cambiado el trabajo de ciencia e investigación dentro de la región y en colaboración con otras regiones, y cómo ha influido RedCLARA en ello?
Ha cambiado de muchas formas y me gustaría destacar dos. Primero, RedCLARA ha sido una impulsora de la ciencia abierta. Este es un movimiento relativamente nuevo a nivel mundial, pero allí ha estado RedCLARA conectándonos con otras regiones. Un ejemplo es el proyecto LA Referencia. Antes, cuando un experto o investigador hacía consultas bibliográficas, la mayor parte de los resultados que encontraba eran de literatura de Estados Unidos, Europa o Asia. LA Referencia vino a permitir una búsqueda directa en los acervos de América Latina, lo que es una gran ventaja, pues ya estamos empezando a hacer ciencia más “tropicalizada”, más ad hoc a lo nuestro. El otro cambio destacado es que la plataforma que ofrece RedCLARA, la infraestructura, la conectividad, las herramientas y servicios, han facilitado muchísimo el trabajo en equipos multidisciplinarios y multinacionales, que hoy es la norma en la investigación. Esas son dos formas como creo que RedCLARA ha cambiado la ciencia y la investigación en la región.
¿Qué espera para RedCLARA en los próximos 20 años?
Esta sí es una pregunta difícil. Desde el punto de vista tecnológico, no es posible responder cómo espero ver a RedCLARA en 20 años. Cuando trajimos Internet a Guatemala, si me hubieran hecho esa misma pregunta sobre cómo se iba a ver la Internet en los siguientes 5, 10 o 20 años, segurísimo hubiera dado una respuesta totalmente equivocada. La ciencia y la tecnología cambian tan rápido. Puedo responder que RedCLARA debe ir evolucionando para satisfacer las necesidades de ciencia y tecnología en la región, como lo ha hecho desde un inicio. Con el proyecto ALICE, el énfasis prioritario fue la conectividad, entonces, el problema era cómo crear una red robusta que conectara a una veintena de países y fue un éxito grande, pues se conectaron 14 países. En la siguiente fase, ALICE2, el enfoque empezó a cambiar y aunque la conectividad siempre era importante, era necesario ir más allá. Muchas universidades decían “ya estamos conectados a RedCLARA y ¿ahora qué?” Era como haber construido un gran sistema de carreteras, en un país sin vehículos. Entonces, ALICE2 incluyó también un componente importante de servicios y herramientas para investigadores, educadores, etc. En los últimos proyectos, BELLA y el BELLA II, también se ha incorporado eso. Ahora algunos están mencionando que RedCLARA y las redes nacionales de investigación y educación deberían funcionar más como hubs o corredores de transformación. La idea sería que RedCLARA y las redes nacionales sirvan para recoger las necesidades de la población o de los usuarios y repartirlas entre aquellos que puedan cubrir esas necesidades. Ese es un concepto que va por encima de lo que es una red y, definitivamente, de lo que considerábamos que debería ser RedCLARA cuando empezó todo esto, hace 20 años.
¿Qué mensaje enviaría a RedCLARA por su 20 Aniversario y a todos los que, de alguna manera, forman parte de ella?
Me gustaría dar dos mensajes. El primero es de agradecimiento para todos los que dieron su tiempo, su talento, sus esfuerzos para que RedCLARA llegue hasta donde está. Obviamente son demasiados para enumerar, pero sí quisiera mencionar a unos pocos: Nelson Simoes de RNP, Idah Holz de RAU, Carlos Casasús de CUDI y Florencio Utreras, quien fue el que dirigió el proyecto durante una muy buena cantidad de años. Estas cuatro personas pertenecen a esa primera generación de RedCLARA y para mí, destacaron por parte de América Latina. Como es un proyecto conjunto con Europa, también en ese continente había personas importantes y quisiera agradecerle a Cathrin Stover, quien fue clave para que todo marchara bien, principalmente en la etapa del proyecto ALICE. El segundo mensaje lo voy a dar a través de una imagen de un mapa mundi (lo muestra) en el que el tamaño de los países varía de acuerdo con su producción científica, y donde observamos con claridad una brecha enorme entre el hemisferio norte y el hemisferio sur. En el norte vemos a todos los países bastante “gorditos”. En el sur, África casi desaparece, en América Latina, hay unos cuantos países que resaltan, pero el resto no está. Entonces, vemos que aquí hay un problema. Está comprobado que el desarrollo de los países va de la mano de la ciencia, la tecnología y la educación. Una frase que me ha guiado en la vida siempre es que “donde hay voluntad se puede encontrar la forma de resolver cualquier problema”. Estoy segurísimo de que RedCLARA puede tener una importancia crucial en “inflar” a los países de América Latina en el mapa y reducir la brecha científica-educativa. Esa es la tarea para las siguientes generaciones de RedCLARA.