Casos e Vozes
- Ixchel Pérez
Álvaro Soto, CENIA: “La cooperación puede ser el modelo latinoamericano de inteligencia artificial”
 La inteligencia artificial redefine cómo investigamos, enseñamos y colaboramos, planteando nuevas preguntas sobre su impacto y su sentido humano. Desde Chile, el Dr. Álvaro Soto, director del Centro Nacional de Inteligencia Artificial (CENIA), reflexiona sobre los desafíos globales y regionales de la IA, tema que abordará en su ponencia plenaria durante TICAL2025, del 11 al 13 de noviembre en Costa Rica.
La inteligencia artificial redefine cómo investigamos, enseñamos y colaboramos, planteando nuevas preguntas sobre su impacto y su sentido humano. Desde Chile, el Dr. Álvaro Soto, director del Centro Nacional de Inteligencia Artificial (CENIA), reflexiona sobre los desafíos globales y regionales de la IA, tema que abordará en su ponencia plenaria durante TICAL2025, del 11 al 13 de noviembre en Costa Rica.
Creado en el marco de la Política Nacional de IA de Chile (2021), el CENIA promueve la investigación avanzada, la transferencia tecnológica y la cooperación regional. Entre sus proyectos destacan el Índice Latinoamericano de IA (ILIA) —cuya tercera edición, lanzada en septiembre de 2025, incluye datos de 19 países— y el LATAM-GPT, un modelo de lenguaje colaborativo desarrollado por más de 50 instituciones.
En diálogo con el podcast DeCLARA, Soto conversó sobre los hallazgos del último ILIA y hacia dónde debería ir la región para ser protagonista de la revolución de la IA.
¿Qué nos une como región en torno a la IA? 
La motivación central es fomentar la colaboración entre los países. En América Latina hay muchos factores que nos unen: compartimos desafíos en educación, seguridad, etc., pero también cultura, con historias, raíces y lenguas similares. Esa afinidad facilita la creación de iniciativas conjuntas. De ese espíritu surgen proyectos como el Índice Latinoamericano de Inteligencia Artificial (ILEA) y el LATAM-GPT, que buscan generar conocimiento y capacidades compartidas. Lo que nos mueve es hacerlo de manera cooperativa y abierta, sumando colegas e instituciones para construir este camino en comunidad.
¿Cómo logran conectar la investigación en inteligencia artificial con su aplicación práctica en distintos sectores?
Conectar la investigación con la implementación o la transferencia tecnológica siempre supone un desafío. Pero hoy vivimos un momento histórico en el que la inteligencia artificial se está transformando en una tecnología verdaderamente disruptiva, lo que ha facilitado el diálogo con distintos sectores. Antes era difícil cautivar al mundo industrial o a otros ámbitos desde una mirada más científica, pero ahora esa conversación se facilita. En el CENIA hemos tenido la fortuna de estar en el centro de esta transformación, en un momento en el que esa comunicación entre ciencia y sociedad es más necesaria que nunca. Nuestras iniciativas no se limitan al desarrollo de la inteligencia artificial, sino que apuntan a un desarrollo sustentable y humano que ponga la tecnología al servicio de las personas.
¿Por qué la inteligencia artificial puede considerarse una infraestructura habilitante para la ciencia y el desarrollo?
La fortaleza de la inteligencia artificial radica en su carácter transversal. Me cuesta imaginar un ámbito en el que no pueda tener impacto: la salud, la educación, los entornos industriales o el desarrollo científico. Eso la convierte en una tecnología especial que abre muchas puertas y caminos. Lo importante es entender cuáles son sus componentes esenciales. ¿Por qué hace diez o veinte años no hablábamos de inteligencia artificial con la fuerza con que lo hacemos ahora? ¿Qué cambió? Comprender esos factores nos permite ponerla al servicio de las personas. A veces se usa la IA solo por no quedarse fuera, y aunque eso puede ser una motivación inicial, es fundamental avanzar en comprenderla a fondo. En mi ponencia en TICAL2025 voy a abordar los elementos técnicos esenciales que explican esta revolución y cómo traducirla en oportunidades. A diferencia de otras disciplinas, como la mecánica cuántica, hay algo particular en la inteligencia artificial que facilita su comprensión para los humanos: todos, de alguna manera, somos expertos en inteligencia porque la vivimos a diario. Esa es una ventaja para dimensionar mejor la magnitud y el impacto de esta tecnología.
Sin embargo, persiste cierta resistencia a la IA entre algunos actores y sectores.
Es una tecnología disruptiva y, si no se gestiona adecuadamente, puede generar externalidades negativas. Esos temores son fundados y es importante prestarles atención. Debemos mantener la tecnología bajo control y recordar que es un medio, no un fin. El fin es mejorar la vida de las personas: la inteligencia artificial debe estar al servicio del ser humano. Para eso hay que entender su magnitud, potenciar los aspectos positivos y evitar las consecuencias adversas. Una de mis principales preocupaciones es la disrupción que la inteligencia artificial puede generar en el mundo laboral. Hoy tenemos lo que yo llamo “tractores cognitivos”. En su momento, los tractores físicos transformaron la agricultura: pasamos de trabajar con herramientas manuales, como el chuzo o el rastrillo, a trabajar con una máquina que multiplicaba la eficiencia.  Ahora vivimos algo similar, pero en el ámbito de las tareas cognitivas. Muchas de ellas se verán afectadas y la pregunta clave es cómo lograr que esos cambios sean virtuosos, que beneficien a la sociedad en su conjunto y no solo a unos pocos. Estas son discusiones esenciales hoy en día. La inteligencia artificial ya salió del ámbito exclusivamente científico; ahora es una tecnología que debemos estudiar y comprender desde el punto de vista de su impacto social.
Según la nueva edición del ILIA ¿qué avances o retrocesos ha mostrado en la región?
El Índice Latinoamericano de Inteligencia Artificial (ILEA) nació hace cuatro años con el propósito de ofrecer datos que permitan tomar decisiones informadas sobre el desarrollo de la IA en la región. Evalúa tres grandes dimensiones: los factores habilitantes —infraestructura, conectividad y talento—, el nivel de desarrollo —investigación, emprendimiento y transferencia tecnológica—, y la gobernanza, que abarca regulaciones e incentivos. Comenzamos con 12 países y hoy participan 19 naciones de América Latina y el Caribe. Cada una cuenta con su ficha nacional y una comparación regional. Lo más gratificante ha sido ver cómo el índice se ha convertido en una herramienta de referencia: distintas instituciones y gobiernos lo utilizan para diseñar políticas públicas y orientar sus estrategias de inteligencia artificial. Además, es un esfuerzo verdaderamente colaborativo a escala regional, pues diferentes organizaciones de toda la región son las que permiten reunir la información relevante de distintos lugares de Latinoamérica y el Caribe.
¿Qué resultados destacarías de esta última edición?
Hay hallazgos muy positivos y otros que evidencian los desafíos pendientes. La parte llena del vaso: muchos países que estaban un poco rezagados porque sus factores habilitantes estaban bajos han realizado inversiones importantes. Destaca República Dominicana por su mejora en la conectividad e infraestructura, y Costa Rica por su mejora en la capacitación. Ha hecho un muy buen trabajo en la formación del talento y del capital humano. También ha crecido el número de emprendimientos con base tecnológica en IA y cada vez más países incluyen la creación de políticas nacionales de IA entre sus prioridades. Todo esto muestra que la región está prestando atención, que hay motivación y que están ocurriendo cosas relevantes.
Sin embargo, falta un sentido de urgencia en las decisiones. Por ejemplo, se han creado políticas nacionales de IA, pero no se acompañan de un financiamiento que fomente con rapidez las distintas iniciativas. Mientras tanto, en regiones como Europa, Asia o Norteamérica, la velocidad de crecimiento de la IA es muy abrumadora. La brecha que tenemos con estas regiones, en lugar de disminuir, ha ido aumentando vertiginosamente. Necesitamos unirnos como región y tomar decisiones y medidas más urgentes, de rápida aplicación, para subirnos a este tren de la inteligencia artificial y ser un protagonistas, no solo usuarios o espectadores de esta revolución que nos pasa por el lado.
¿Cuál es el rol de la cooperación internacional para acelerar las políticas y las capacidades?
Ahí está la base. A partir del ILIA, junto al investigador peruano Omar Flores, analizamos cómo distintas regiones del mundo han seguido estrategias generales para enfrentar la revolución de la IA. En Estados Unidos, el desarrollo se centra en proteger e incentivar a las grandes compañías tecnológicas, mediante políticas orientadas a fortalecer su liderazgo global. En el caso de China, se apuesta por las empresas, con una fuerte protección estatal, especialmente en el acceso a datos; además, existe un componente de código abierto para reducir la brecha con Norteamérica. En Europa, hay una apuesta importante tanto en las fábricas de inteligencia artificial como en la regulación.
La pregunta, entonces, es: ¿cuál es el modelo latinoamericano de inteligencia artificial? ¿Tenemos algún modelo? Creo que la colaboración y el compartir en términos de código abierto son el modelo que deberíamos seguir. El desarrollo reciente de la IA demuestra que esa estrategia es bastante virtuosa. En los últimos veinte años, la IA ha experimentado un gran desarrollo y, en gran medida, se explica por la apertura que la impulsó. Gran parte del software, las librerías y los datos que aceleraron ese crecimiento se originaron en una importante democratización del acceso a la tecnología y a la información necesaria. Colaborar de forma abierta y compartir son algo virtuoso. Latinoamérica, con nuestra idiosincrasia y todo lo que nos une, puede adoptar este enfoque como modelo de desarrollo y ser un ejemplo para el mundo.
Y precisamente están colaborando ahora en este GPT específico para América Latina. ¿Podrías contarnos un poco más?
Exacto, ese es un ejemplo concreto. El LATAM-GPT es un modelo de lenguaje avanzado que estamos construyendo con datos y recursos de distintos países. Queremos demostrar que este modelo de compartir y actuar de forma colaborativa es plenamente válido para nuestra región. Los datos provienen de distintas organizaciones de toda América Latina; pierdo la cuenta, pero son al menos entre 50 y 100 instituciones que colaboran con datos. Además, el proyecto incluye una red de cómputo compartido, porque estos modelos gigantes requieren una capacidad enorme de procesamiento, y probablemente ningún país por sí solo podría sostener una infraestructura como la que existe en Asia o Norteamérica. Sin embargo, unidos sí podemos construir una infraestructura regional de cómputo que nos permita afrontar el desarrollo de grandes modelos de inteligencia artificial. Además, compartir conocimiento nos brinda una enorme ventaja. La frase “unidos somos más” creo que es muy cierta y puede ser el modelo, y el LATAM-GPT puede ser la demostración de que la cooperación es un modelo de desarrollo posible y exitoso para América Latina.
Ya estamos esperando TICAL 2025, donde serás ponente plenario. ¿Nos puedes adelantar un poco de lo que abordarás y hacer una invitación para que participen?
Estoy muy contento de contarles sobre nuestra experiencia en CENIA y mi visión particular sobre los aspectos importantes detrás de esta revolución de la IA y sobre cómo, al entenderla, podemos tomar ciertas iniciativas para fomentar su desarrollo virtuoso. Con virtuoso me refiero a una inteligencia artificial que nos aumenta, nos mejora y nos potencia como sociedad, al servicio de las personas.
¿Cómo imaginas a América Latina en el mundo global en materia de IA durante la próxima década?
No sé si me preocupa tanto cómo nos veamos en el escenario global, si seremos o no una superpotencia. A mí me gustaría que la región fuera más alegre y próspera gracias a la inteligencia artificial. Si esta tecnología logra que quienes vivimos en esta parte del mundo estemos más contentos, más prósperos —y no solo unos pocos, sino todos, en un desarrollo verdaderamente inclusivo—, entonces la historia de la inteligencia artificial será una historia exitosa para nuestra región.
 
                                                                     
                                                                     
                                                                    
